La Canción del Río - Growth stories

La Canción del Río

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Story Description

¿Alguna vez te has sentido atrapado por la necesidad de ser perfecto? Acompáñanos en la conmovedora aventura de Lena, una niña que aprende a abrazar la autenticidad y la fluidez de la vida. Descubre cómo, al igual que el río, la verdadera fortaleza reside en la adaptabilidad y el autoconocimiento.

Language:es
Published Date:
Category:Growth stories
Reading Time:5 minutes

Keywords

Generation Prompt

Lena era una niña que amaba las reglas. Quería siempre hacer las cosas "bien": ser la más valiente, la más generosa, la más correcta. Pero cuanto más lo intentaba, más torpe se sentía. Si era valiente, a veces asustaba a los demás. Si era generosa, se quedaba sin nada para ella. Un día, frustrada, se sentó a la orilla del río que pasaba por su aldea. Las lágrimas caían sobre el agua. —¿Por qué lloras, pequeña? —preguntó una voz serena. Era una anciana que remojaba los pies en la corriente. —Porque no puedo ser perfecta —confesó Lena—. No sé cuándo ser fuerte y cuándo ser suave. —Mira el río —dijo la anciana—. ¿Es fuerte o es suave? Lena observó. —Es ambas cosas. Es fuerte cuando choca contra las rocas, y suave cuando acariza la arena. —Exacto —asintió la anciana—. No es fuerte o suave. Responde con fuerza o con suavidad a lo que encuentra. No sigue un plan. Escucha. Y adapta su canción. La anciana se levantó y le tendió la mano. —Ven. Hoy serás aprendiz de río. La primera lección fue con el junco. —Párate firme como yo —dijo el junco—, pero cuando el viento fuerte sople, cede. Dobla tu orgullo. No te rompas. Cuando pase la tormenta, volverás a erguirte, intacto. Eso es Fortaleza flexible. La segunda lección fue con el sauce llorón. —Mis ramas son largas y se mecen —susurró el sauce—. No lucho por parecer un roble. Dejo que mi forma fluya con la gravedad y el viento. Soy fiel a mi naturaleza, no a una idea rígida de cómo debería ser. Eso es Autenticidad. La tercera lección fue con el canto de los pájaros. —Nosotros no cantamos por deber —trinaron—. Cantamos porque es lo que nos nace. A veces es fuerte para marcar territorio, a veces es dulce para arrullar a los polluelos. La motivación viene de dentro, no de una regla. Eso es Virtud orgánica. Al caer la tarde, Lena entendió. No se trataba de memorizar una lista de "deberes". Se trataba de aprender a escuchar: escuchar la situación, escuchar a los demás y escucharse a sí misma. Y entonces, responder con la cualidad justa que se necesitara, como el agua que se adapta al cauce. Al despedirse, la anciana le dijo: —Recuerda: la virtud no es un castillo que construyes con esfuerzo y defiendes con miedo. Es una canción que improvisas con la vida. Algunos días será una canción de valor, otros de ternura. Lo importante es que sea tu canción, no la que crees que debes cantar. Lena volvió a casa sintiendo que se le había quitado un peso de encima. Ya no tenía que "ser" valiente. Podía elegir serlo si veía a un niño asustarse. Ya no tenía que "ser" generosa. Podía elegir serlo si veía a alguien con necesidad. Se había convertido en agua. Y el agua, mi amigo, es libre. Este cuento ayuda a ver: Que la virtud es contextual y dinámica. Que es una respuesta, no una imposición. Que la autenticidad es la base. Que el autoconocimiento (escucharse) es la brújula. La próxima vez que te sientas perdido entre dos extremos, pregúntate: "¿Cómo fluiría el río aquí?" La respuesta no será una regla, sino una sensación. Y esa sensación será tu guía más sabia.

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